Suele decirse que el ser humano es curioso por naturaleza y que desde siempre le ha interesado por preguntar, indagar, conocer y averiguar. Sin embargo, la figura del investigador privado tal y como, más o menos, se conoce actualmente, no apareció en la historia hasta el siglo XIX –concretamente en 1849-, cuando el escocés Allan Pinkerton fue nombrado primer detective de la ciudad de Chicago.
“Nunca dormimos”
Pinkerton emigró de joven de su Glasgow natal a los Estados Unidos por razones ideológicas –era carlista y, tras una sublevación fallida empezaron a ser perseguidos- y buscando nuevas oportunidades lejos de una ciudad entonces conflictiva y peligrosa. En Chicago empezó a trabajar como tonelero y, casi por casualidad, ayudó al sheriff a resolver un caso de falsificación de dinero.
Finalmente, en 1850 y en colaboración con el abogado Edward Rucker, abrió la primera agencia de detectives privados, la North-Western Police Agency, que pronto se llamaría simplemente Agencia Pinkerton. Su lema, “Nunca Dormimos” (“We never sleep”), acabaría siendo conocido en todo el país y, hoy por hoy, la agencia dispone de 70 sucursales repartidas por todo el mundo.
Los detectives privados en España
Por otra parte, en España hubo que esperar hasta el siglo XX, concretamente hasta 1907, para que se fundara la primera agencia de investigadores privados en Barcelona. Conocida como La Internacional, se tiene noticia de ella porque se anunciaba en los periódicos como “Gran detective particular para asuntos secretos”.
Posteriormente se inauguraron la American Office, Detectives Office y L’Humanité en Barcelona y La Protectora y la Oficina Internacional de Detectives en Madrid. Algunas de ellas se mantuvieron abiertas durante los años siguientes y, en la década de 1920, aparecieron en la guía “International Police and Detective Directory”, que se alzó como el directorio de referencia internacional en el sector de la investigación privada.
Regulación oficial
No obstante, se trataba de una profesión que no tuvo una regulación oficial y reconocida hasta que, en 1951, se creó una orden que reglamentaba las actividades de las denominadas Agencias Privadas de Investigación.
Y uno de los principales impulsores fue Eugenio Vélez-Troya, considerado el primer detective privado español reconocido oficialmente que, además, fundó y presidió, en 1958, la primera Asociación Nacional de Detectives de España. Su larga carrera –trabajó durante más de 50 años- y su gran experiencia han propiciado que sea considerado como uno de los investigadores privados más importantes de la historia de la profesión en España.