Para evitarlo, cada vez son más los directivos con contratan los servicios de un detective privado para que realice barridos electrónicos en todas las salas en las que vaya a realizar algún tipo de reunión estratégica o un consejo de administración importante.
El procedimiento que siguen los investigadores pasa por llevar a cabo una exhaustiva inspección visual de la estancia para comprobar, en primer lugar, que no haya micrófonos ocultos o cualquier otro sistema de captación de información.
Para ello, se presta especial atención a los suelos, los elementos de decoración de la sala, los falsos techos, etc. Además, se localizan todos los defectos que puedan presentar los cables metálicos, los empalmes, etc., así como cualquier elemento ajeno que pueda resultar sospechoso.
También se intenta descubrir es si hay cualquier tipo de emisor o receptor que forme parte de algún equipo de escucha o cámara de video. E, igualmente, se analizan las líneas telefónicas para ratificar que no haya ningún pinchazo analizando las oscilaciones o detectando posibles caídas de tensión.
La gran mayoría de empresas que demandan estos servicios son compañías privadas, sobre todo aquellas que manejan grandes volúmenes de gastos e ingresos y que toman todo tipo de decisiones estratégicas a menudo –por ejemplo, equipos de fútbol o grandes firmas de diversos sectores.
Un servicio concreto de limpieza en profundidad garantizada y sellada puede tener un coste de unos 3.000 euros en función del tipo de estancia que se inspeccione. No en vano, hay empresas que también solicitan la revisión de otros espacios, como restaurantes de alto nivel o locales especiales, en los que cabe la posibilidad de que haya alguna fuga de información.