De hecho, algunas marcas como Apple ya había iniciado este camino con la creación de su aplicación Find my iPone, que permite localizar en un mapa dónde se encuentra el teléfono –pensada, sobre todo, en caso de hurto del dispositivo-.
Esta acción se está empezando a llevar a cabo siguiendo un pacto de autorregulación definido en EEUU que dichas empresas firmaron en abril, el conocido como “Smartphone Anti-Theft Voluntary Commitment”, y que les comprometía a desarrollar sistemas en los nuevos terminales a partir de julio.
No en vano, y tal y como especifica un estudio realizado por la asociación de consumidores estadounidense Consume Reports, el número de robos de teléfonos inteligentes en 2013 superó los 3 millones de unidades. Es decir, casi el doble de los que se produjeron en 2012.
No obstante, la justicia norteamericana lo considera insuficiente teniendo en cuenta el gran incremento de hurtos que se ha producido y las consecuencias tan negativas que tiene este hecho en los propietarios de los teléfonos –que, además, denuncian sentirse completamente desprotegidos en estas circunstancias-.
Incluso varios senadores presentaron un anteproyecto de ley, Smartphone Theft Prevention Act, con el que buscan que todos los terminales que se vendan en EEUU incorporen una función por defecto que sólo pueda activar el dueño y que le permita terminar con la vida útil del dispositivo, incluso de forma remota.
Este mecanismo, conocido como Kill Switch, ya ha sido rechazado en algunos estados por considerar que coarta la elección del consumidor al tratarse de una aplicación excesiva. E, incluso, aunque diferentes analistas internacionales lo valoran como una buena medida de protección contra los robos, consideran que puede generar problemas aún mayores en caso de que el usuario active esta función por error.